“Al monolingüismo, ponle freno: la ideología de la lengua estándar y la ‘lengua’ del estado-nación”, nueva entrada de blog de Carla Amorós Negre
Al monolingüismo, ponle freno: la ideología de la lengua estándar y la ‘lengua’ del estado-nación
Carla Amorós Negre
Los lingüistas, en especial los sociolingüistas y antropólogos, hemos insistido desde hace muchas décadas en que el multilingüismo es consustancial a la condición humana. Cada lengua es depositaria de la historia colectiva de un pueblo y alberga sus saberes, creencias, tradiciones, de incalculable valor para la humanidad, y de ahí la importancia de su preservación. Sabemos que no se cuenta con datos científicos que avalen la existencia de sistemas lingüísticos más evolucionados y perfeccionados que otros. Así, en nuestras clases nos esforzamos por poner de manifiesto que no hay variedades lingüísticas, lenguas orales y signadas, que no den cabida al pensamiento abstracto y racional, permitan a sus usuarios organizar el mundo, crear conceptos para nombrar nuevas realidades y satisfacer las necesidades comunicativas de sus respectivos hablantes o signantes.
Cierto es que nuestro empeño en desbancar prejuicios lingüísticos, actitudes glotofóbicas e ideologias supremacistas y monolingües ha dado su fruto en el ámbito académico y son testimoniales los discursos en la disciplina lingüística que cifran la diversidad lingüística como problema. Desde luego, se ha naturalizado el hecho de que la multicompetencia (Cook 1992) en varias lenguas, los repertorios multilingües e híbridos son intrínsecos a la experiencia lingüística de una gran mayoría de seres humanos, que navegan entre idiomas, emplean recursos de las distintas lenguas que conocen, y las emplean con diferentes propósitos y en distintes situaciones comunicativas. Sin embargo, no por ello han desaparecido de la esfera privada y pública las ideologias monoglósicas que vuelven sobre el tópico del “frenesí babelizador”, al que se referia en el siglo pasado el filólogo Gregorio Salvador en una de sus numerosas columnas periodísticas a favor de la homogenización lingüística, haciendo gala del valor instrumentalista de las lenguas, cifradas en términos meramente mercantilistas. Esta es la postura que defiende también impetuosamente Cristian Campos (2021) -esta vez, un periodista advenedizo en asuntos lingüísticos-, quien llega a afirmar que “la diversidad de lenguas es un fracaso civilizatorio” o que “las lenguas no son cultura, sino un código de signos aleatorios sin relación ontológica con los objetos y las acciones que describen”.
¡Qué bien le habría ido a más de uno leer a Alessandro Duranti, entre otros! Habría aprendido a huir del dogmatismo y, por ejemplo, que el concepto lengua no es un universal cultural, sino que es un constructo, una elaboración teórica que nos permite a los y las lingüistas organizar la realidad lingüística que deseamos analizar. Indudablemente, la multidimensionalidad del lenguaje humano explica las diferentes aproximaciones y concepciones de ‘lengua’, cuestión íntimamente ligada al debate epistemológico sobre el carácter más naturalista o sociohistórico de la propia disciplina. Por tanto, debería quedar claro que la concepción de las lenguas como códigos, sistemas homogéneos y abstractos, es también una construcción y un desiderátum ideológico. No debemos olvidar, como nos recuerdan Joseph y Taylor (1990) en un volumen fabuloso dedicado a ideología lingüísticas, que las pretensiones de objetividad científica y de inmanentismo en la investigación lingüística forman parte también de una ideologia política-cultural dominante en un momento determinado.
Es claro que quienes nos acercamos a las lenguas, mayoritariamente como prácticas y procesos sociales en la construcción de significado, prestamos atención al caracter performativo del lenguaje y al significado social del uso lingüístico. Tenemos claro que las interacciones están siempre sometidas a condiciones sociohistóricas, políticas y culturales y que, además, siempre existen relaciones de poder entre los/as interlocutores/as que se disputan discursivamente. En este sentido, la sociolingüística ha considerado el dinamismo y el uso lingüístico como central para la descripción y explicación del fenómeno lingüístico. Es precisamente desde estos enfoques socioconstructivistas, inspirados en la obra del filósofo y lingüista ruso Bajtin, desde los cuales quiero referirme a las lenguas como objetos discursivos, muy vinculados en Occidente a los procesos de conformación de los estados-nación de la Modernidad, época en la que se difundió en Europa la ideologia monoglósica con un marcado énfasis en la fijación y la uniformidad. En efecto, a partir de la Edad Moderna, triunfó en Europa esta construcción socio-cognitiva de una forma particular de lengua cultivada, la estándar, claramente delimitada, para la consolidación de los estados, un modelo que, desde el siglo XX, se ha popularizado y difundido por muchas más regiones.
Convertir una variedad vernácula en ‘estándar’ para alzarla en ‘lengua nacional’ fomentaría la idea de pertenencia a una misma comunidad y reforzaría los lazos de unión entre sus miembros. La superposición de esta entidad discreta y muy dependiente del plano escrito a las otras variedades vernáculas llevaría a la jerarquización entre lo que a partir de entonces serían lenguas, dialectos, patois, etc.
La lengua estándar, muy uniforme y unificada, que empleamos fundamentalmente para el intercambio científico de ideas y en los ámbitos transaccionales de mayor formalidad, es en el plano del uso lingüístico una variedad más, pero por un proceso de ideologización las variedades estándares se iconizan como si fueran las únicas legítimas y adecuadas. Por ello, no está de más que los profesionales de las lenguas hagamos mayor hincapié en la diferencia existente entre las reglas del sistema, que rigen la estructura interna de todas las lenguas y variedades y determinan qué construcciones son o no gramaticales, y las normas sociales, basadas en criterios externos al sistema, como el prestigio.
Sucede que el hablante común objetiva y naturaliza la hegemonía de las variedades estándares, como si su preeminencia obedeciera a razones lingüísticas, las considera ‘la lengua por antonomasia’, y nada más lejos de la realidad. Lo que se considera estándar o se relega al ámbito variacional no es un proceso neutro y no depende de características intrínsecamente lingüísticas, sino de factores sociales, históricos, políticos y ecónomicos. El proceso de estandarización está anclado en las estructuras sociales, políticas, económicas y culturales de los estados-nación. Los usos que se consideran estándar o no tienen mucho más que ver con la noción de corrección que establecen las personas llamadas ‘cultas’, es decir, la ideología de la lengua estándar (Standard Language Ideology), que con la prevalencia de ciertos usos y variantes lingüísticas en la interacción. Por tanto, es tarea de los y las sociolingüistas explicar y explicitar las dinámicas de poder y autoridad que se generan alrededor de la gestión de las lenguas y la normatividad, esto es, quién y cómo decide quiénes son los hablantes legítimos e ilegítimos, por qué, en qué circunstancias comunicativas y con qué consecuencias.
Esta ideologia de la lengua estándar —la creencia en que la lengua debe usarse de manera uniforme y de que una forma de lengua es intrínsecamente mejor que otra— está, en efecto, muy extendida entre los hablantes de culturas de lenguas estándares (Milroy 2001), que consideran que los usos lingüísticos que se distancian de ese estándar son realizaciones imperfectas, degeneradas y corruptas de esa lengua planificada. En consecuencia, las manifestaciones no estándares, las prácticas multilingües y modos de hablar cotidianos que no encajan con el ideal lingüístico consagrado como ‘estándar’ son frecuentamente estigmatizadas, devaluadas, tomando como referencia el idealizado hablante monolingüe. Así, los repertorios mixtos, los fenómenos de alternancia lingüística fruto del contacto sufren un proceso de borrado de su complejidad estructural. Si bien la hibridación de lenguas no es arbitraria, sino que sigue las reglas del sistema de las lenguas implicadas, al igual que sucede en las producciones lingüísticas de los monolingües, la mezcla de lenguas se asocia, casi siempre, a la falta de conocimiento de uno o varios idiomas. “Hablan mal, hablan un idioma mixto, hablan mezclado” suele oírse en boca de muchas personas ante la heterogeneidad de las prácticas comunicativas de hablantes bilingües y multilingües, de perfiles y motivaciones muy variadas, que transgreden las fronteras entre lenguas con prácticas fluidas y heteroglósicas.
Diferentes enfoques en el marco de la lingüística antropológica y la sociolingüística han puesto de relieve la inadecuación de continuar trabajando con los postulados lingüísticos de homogeneidad, territorialidad y estabilidad desarrollados en el marco de los estados-nación europeos. Particularmente en ecologías especialmente multilingües del Pacífico, América o África, las complejas interacciones de la mayoría de hablantes desafían aún más las visiones de las lenguas como entidades delimitadas y discretas, una de las consecuencias de la ideología de la estandarización lingüística.
Nos queda, pues, mucho trabajo por hacer.
Carla Amorós Negre
Profesora titular de Lingüística General
Universidad de Salamanca
carlita@usal.es
Para saber más:
Cook, V. J. 1992. Evidence for multicompetence. Language Learning, 42, 557–591.
Cristian Campos (2021). “Los adoradores de lenguas”, Recuperado de https://www.elespanol.com/opinion/columnas/20210226/adoradores-lenguas/561823815_13.html
Duranti, A. (1997). Linguistic Anthropology. Cambridge: Cambridge University Press.
Joseph, J. & T. Taylor (1990). Ideologies of Language. London: Routledge
MIlroy, J. (2001). Language ideologies and the consequences of standardization. Journal of Sociolinguistics 5(4), 530-555.
Cómo citar la entrada:
Amorós Negre, Carla (2023): “Al monolingüismo, ponle freno: la ideología de la lengua estándar y la ‘lengua’ del estado-nación.” Recuperado de: https://espanolcontacto.unirioja.es/index.php/2023/05/29/al-monolinguismo-ponle-freno-la-ideologia-de-la-lengua-estandar-y-la-lengua-del-estado-nacion-nueva-entrada-de-blog-de-carla-amoros-negre/