“El bilingüismo desde la perspectiva del hablante”, nueva entrada de blog escrita por Sara Gómez Seibane (Parte 1)


El bilingüismo desde la perspectiva del hablante

Sara Gómez Seibane

¿Qué significa ser bilingüe y quién puede considerarse como tal? En general, consideramos bilingüe a quien tiene un conocimiento alto de dos lenguas, o a quien aprendió a hablar dos lenguas desde la infancia. La comunidad científica define al bilingüe a lo largo de un continuo: desde el nativo de dos lenguas hasta quien tiene un conocimiento muy básico de una segunda lengua. Por eso, la definición de Montrul podría situarse en el punto medio: bilingüe es quien posee conocimiento estable de dos o más lenguas (no necesariamente nativo) y control funcional de las mismas, sin importar el nivel de conocimiento o el uso que hace de ellas en la vida cotidiana.

El bilingüismo es un fenómeno complejo desde la perspectiva del hablante (de sus capacidades cognitivas y del uso que hace de las lenguas) y de la sociedad en la que vive, y depende de factores o variables como el orden de adquisición de cada lengua, la edad y el contexto de esta adquisición, la situación sociopolítica, el estatus de las lenguas en la sociedad, así como el nivel de conocimiento y el uso de las dos lenguas. En esta entrada tratamos el bilingüismo desde la perspectiva del hablante, atendiendo a los factores que influyen en su mente, así como a las ventajas y desventajas del mismo.

Las variables: la edad y el contexto de adquisición y el uso de las lenguas

El bilingüismo temprano es la adquisición de dos lenguas, orales o de signos, durante la infancia (hasta los 12 años). Después de los 12 años, se llama bilingüismo tardío. Dentro del bilingüismo temprano, se distingue el bilingüismo simultáneo del secuencial. El simultáneo es el caso típico de familias en las que se hablan dos lenguas, que el niño escucha y adquiere a la vez antes de los 3 años. En el bilingüismo secuencial, el niño aprende una lengua en casa y a partir de los 4 años, fijadas las bases de la primera lengua y antes de saber escribir, aprende una segunda. Por ejemplo, sucede con niños que inmigran a un país a los 4 años y a partir de esta edad van a una guardería donde se habla otra lengua; o con niños que aprenden una lengua minoritaria y, al llegar a la escuela, aprenden la lengua mayoritaria. Sobre este bilingüismo secuencial se ha investigado poco hasta el momento. En la Figura 1 tienes un esquema de los tipos de bilingüismo según la edad de adquisición.


Figura 1. Tipos de bilingüismo según la edad de adquisición (Montrul 2013: 9)

El contexto de adquisición distingue niños bilingües simultáneos, que aprenden las lenguas en la familia a través de la interacción comunicativa, de los secuenciales en la edad preescolar (4–5 años), que aprenden la segunda en la escuela y de forma oral. A partir de los 6 años, si el niño recibe escolarización y alfabetización, el aprendizaje de la segunda lengua es más formal. En el bilingüismo tardío, la segunda lengua puede aprenderse en un contexto formal (escuela, academia de lenguas), en uno natural (trabajando y viviendo en otro país) o en ambos.

El grado de uso de las lenguas también influye en el bilingüismo, y depende de la edad, el contexto de adquisición, así como de la situación personal y social del hablante. Aunque los bilingües pueden usar las dos lenguas, es probable que empleen más una lengua que otra, que utilicen una lengua para la comunicación oral y otra para la escrita, o que hablen una lengua con la familia y otra en el trabajo o en la escuela. Otro ejemplo ilustrativo de que no siempre se usan las dos lenguas es el caso de bilingües que usaron más una lengua durante la infancia y la adolescencia, y luego la otra en la edad adulta.

Por lo tanto, los factores anteriores influyen en el grado de dominio de las lenguas y contribuyen al modo como se organizan estas en la mente bilingüe. En cuanto al dominio, incluso los bilingües secuenciales con conocimiento muy alto de las dos lenguas pueden presentar asimetrías entre ellas, y suelen considerar una de ellas más dominante que la otra. Por ejemplo, el bilingüe puede tener pronunciación nativa en ambas lenguas con un vocabulario limitado en una, porque solo la usa en el ámbito familiar y no de forma escrita o en situaciones formales.

Para el modo de organización, ponemos un ejemplo léxico tomado de Montrul (2013). El bilingüe coordinado tiene en español asesinar con significado ‘matar a alguien’ y en inglés assasinate, que significa ‘matar a una figura importante’. El bilingüe compuesto tiene el mismo significado, que puede ser ‘matar a alguien’, para dos palabras, asesinar y assasinate. Si fuera así, podría pensar que es adecuado el enunciado *My uncle was assassinated in a bank (‘Mi tío fue asesinado en un banco’), posible con asesinar, pero no con assasinate (por eso la marca con *). No obstante, esta distinción compuesto-coordinado se ha reformulado en una propuesta según la cual los bilingües organizan sus dos lenguas en un almacén de memoria, compartido en ciertos usos y separado, en otros.

¿Qué significa ser bilingüe? Ventajas y desventajas

La investigación sobre qué entraña ser bilingüe se hace comparando monolingües y bilingües (o multilingües) para entender las diferencias entre ellos y para establecer modelos de comportamiento lingüístico (o competencia comunicativa) y de conocimiento de lengua (o competencia lingüística). Pero la medición de las capacidades y habilidades bilingües es una tarea difícil porque el bilingüismo es, como hemos visto, un fenómeno polifacético.

Por lo general, un hablante monolingüe que completa su educación posee un nivel alto de competencia lingüística y comunicativa, significativamente consolidada durante su educación en la misma lengua, aunque no todos los monolingües alcanzan el mismo grado de dominio lingüístico. Los bilingües, por su parte, suelen presentar asimetrías en el conocimiento y manejo de sus dos lenguas. En la segunda lengua puede tener mayor competencia comunicativa que lingüística; o mayor competencia lingüística, por lo que comprende la lengua, pero no siente seguridad para hablar o escribir. El Marco Común Europeo de Referencia para las lenguas ofrece criterios para definir distintos grados de habilidad en una lengua segunda o extranjera. En el nivel más alto (C1) el hablante comprende textos difíciles y extensos, habla de forma fluida y espontánea incluso en contextos académicos y profesionales y escribe según los modelos discursivos. Todas estas habilidades presuponen un nivel educativo alto, lo que no siempre se alcanza por los nativos monolingües. Por ello, algunos autores están priorizando la evaluación de las capacidades de los bilingües en vocabulario y construcciones más frecuentes en el discurso oral / auditivo.

En la valoración de los costes y beneficios del bilingüismo, se han comparado monolingües en su única lengua con bilingües en su lengua dominante (Costa, Hernández y Baus 2015). Los resultados demuestran que los bilingües son más lentos a la hora de nombrar objetos menos usuales (cohete frente a casa) que los monolingües, probablemente porque cuando los bilingües utilizan una de las lenguas no pueden evitar que la otra permanezca activa. Precisamente, la alternancia o mezcla de lenguas en un mismo enunciado (code-switching), como en euskera y castellano Emaidazu la mano (‘dame la mano’), es un ejemplo (aunque no el único) de que las dos lenguas están activas en la mente del bilingüe. La activación de las dos lenguas durante el habla, la escucha o la lectura en una de ellas se ha confirmado también en bilingües (oyentes y sordos) de una lengua oral y otra de signos.

Cuando el interlocutor es monolingüe, el control cognitivo que exige al bilingüe inhibir una de sus lenguas para no usarla con ese interlocutor pone en funcionamiento áreas cerebrales del hemisferio izquierdo que no se activan en el monolingüe. Esto sugiere que para el bilingüe utilizar una sola de las dos lenguas que conoce demanda más habilidades cognitivas, de ahí la activación de las regiones cerebrales correspondientes. Para conocer más sobre las diferencias cerebrales entre bilingües y monolingües, mira este vídeo:



Por otro lado, la necesidad de control lingüístico de los bilingües hace aumentar la eficacia del sistema de control ejecutivo, sistema crucial en procesos cognitivos como la memoria de trabajo, la planificación, la flexibilidad o el control de la atención. Este beneficio cognitivo asociado al bilingüismo se mantiene a lo largo de la vida. Por ejemplo, los niños bilingües se adaptan más rápidamente a los cambios en tareas no lingüísticas, lo que es indicio de mayor flexibilidad mental. Los adultos bilingües, por su parte, realizan actividades que implican control atencional con menor esfuerzo que los monolingües.

En el contacto de lenguas, la innovación y el cambio comienzan en el hablante. Por eso, el bilingüe tiene que ser el punto de partida y el centro de las investigaciones en los escenarios de contacto lingüístico: en su mente es donde interactúan los hechos lingüísticos.


Bibliografía básica:

  • Costa, A., M. Hernández y C. Baus 2015: «El cerebro bilingüe», Mente y Cerebro 71, pp. 34-41.
  • Montrul, S. 2013: El bilingüismo en el mundo hispanohablante, Malden, Oxford: Wiley-Blackwell.

Para saber más:

La influencia de la lengua extranjera en la toma de decisiones


Cómo citar esta entrada:

Gómez Seibane, Sara (2021): “El bilingüismo desde la perspectiva del hablante”, Blog del grupo Español en Contacto. Recuperado de: https://espanolcontacto.unirioja.es/index.php/el-bilinguismo-desde-la-perspectiva-del-hablante/